19 may 2014

15- ¡Fiesta! ¿Fiesta?

-¡No la veo!
-¡Vale! ¡Te lo traigo en nada!
-¿Dónde vas...? ¡Eh!

Ciro maldice entre dientes. Hay demasiada gente, la música está muy alta, no tiene ni idea de lo que ha dicho Arturo. Ni siquiera cree que se hayan oído. Se gira a hablar con los demás, gritando para hacerse escuchar.
-¡Creo que ha ido a la barra!
Jaime asiente, Gabi mira a todo el mundo y a todos lados con ojos demasiado abiertos, demasiado pálida y demasiado callada. Ciro suspira.
-¡Joder, pues vamos a la barra también! ¡Chupitos para todos!
Santi está en su elemento. Se lo notan. Lo ha dejado claro desde que se han juntado en la puerta del bar, soltando piropos a las chicas a diestro y siniestro; moviéndose entre conversaciones, arrastrándolos a la discoteca. Ma perchè ha deciso lui? La pregunta le ronda desde el primer paso que han dado dentro.
La música house es ensordecedora.
Gabi le aprieta el brazo.
-¿Tenemos que hacerlo?
Casi le dan ganas de reírse al ver su miedo. Pero Raquel (hay que ver qué guapa está, piensa, con la melena suelta y los leggins negros haciendo que sus piernas sean interminables) se adelanta y sonríe.
-Claro que no. ¡Tú lo que tienes que hacer es relajarte! Vamos a bailar, anda.
La coge de la mano, guiña un ojo en su dirección para tranquilizarlo, y se la lleva entre la multitud mientras las ve alejarse. Jaime le da un par de palmadas en el hombro.
-¡Menos mal que esta iba a ser tu noche!
-¡Cállate!
-¿Qué? ¡No te oigo!
-¡Que te calles!
Santi reaparece, esquivando cuerpos, con varios cubatas en la mano. Arturo le sigue, más calmado, interrogando a Ciro con la mirada. Él señala a algún punto indeterminado, sin saber exáctamente dónde estarán.
-¡Cubatas de gratis para todos! ¡Yuujuuuu! ¿Y las chicas?
Unas chavalas se acercan sin disimulo alguno, bailando cerca de Jaime y Arturo, que beben intentando no reírse. Ciro sigue buscando con la vista, sin encontrar. ¿Aquel destello rojizo es el pelo de Raquel, o un reflejo de las luces?
-¡Italianini!
Santi le da una palmada en la espalda, sonriendo.
-¿Damos una vuelta a ver si las vemos?
Asiente, intranquilo. No puede dejar a Gabi sola, no con el miedo que llevaba encima la pobre. Aunque como terapia de choque para que se suelte y no sea tan cerrada, no está nada mal. Y Raquel. No, imposible dejarla. Seguro que alguien intenta levantársela. Tiene que encontrarlas.

-...y de eso nos conocemos. Tampoco es que sea la gran cosa, sólo me dijo que saldrían hoy y bueno, no me apetecía quedarme en casa un sábado. Y desde luego, no iba a salir con los de la facultad, después del corte en la última cena de clase. ¿A que no?
Gabi resopla. Es difícil contestarle. Sobretodo porque no tiene ni idea de lo que están hablando. Sólo sabe que la conversación ha empezado con un "¿Sabes que no bailas mal?" y ha acabado siendo una especie de "vamos-a-comentar-nuestra-vida" mientras siguen bailando. Una especie de monólogo en el que ella sólo dice un par de monosílabos. Bueno, así está bien. Aunque si no se acercara tanto la gente para bailar, se sentiría mejor. Y si la música estuviera un poco más baja. Y si en los quince minutos que llevan allí no hubieran tenido que mentir tres o cuatro veces diciendo que no estaban solas, que sus novios están fumando en la pequeña terraza trasera de la discoteca.
-¡Gabi!
-¿Qué? Perdón, yo...
Raquel se ríe.
-¡Que por qué no le has dicho que sí al rubio ese que te ha preguntado antes si bailabas con él!
-Oh, bueno... Es que... No... No es mi tipo.
-Uuuuuuh. ¿Y cuál es?
Se pone roja, rojísima. Lo nota. ¿Y si intenta bailar, haciendo como que está emocionada por la música? A lo mejor así evita la pregunta. Pero Raquel es la reina de las cotillas. Y ella, como Santi, está en su habitat. Es un animal social al que le gusta saber todo de todos. "La información es poder".
-Mmh, pues...
-¡Ahí están! ¡Rakeeee! ¡Gabiiiii!
Ciro sonríe ampliamente, cayendo casi sobre ellas. Santi les tiende un cubata a cada una, y les pasa un brazo por la cintura.
-¡Bailemos!
Se ríen. Gabi parpadea mucho mientras les ve reír, y prueba la bebida, nerviosa. La ginebra está fuerte, no sabe decir si está en el punto justo de alcohol o se han pasado un poco. Pero tampoco es que pueda hacer mucho por arreglarlo. Además, el rubio de antes ha vuelto a la carga, y ella se cuelga de Santi y Ciro para esquivarlo. El muchacho, viendo que la morena no cede, cambia de objetivo. Una sonrisa bien grande, una mano tendida, y la camarera con la sonrisa más bonita del mundo y el chico-discoteca se pierden bailando juntos.
Justo en ese momento llega Arturo, con Jaime detrás despidiéndose amablemente de las dos muchachas que les seguían. El rubio intenta no reírse de la cara que se le ha quedado al pobre bibliotecario.
-Pues también es mala suerte, tú.
-Arturo.
-¿Sí?
-Vaffanculo.


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