11 jun 2014

16- Holy crap


"Soltanto parole, parole tra noi".
La frase está repetida una y otra vez a lo largo del folio.
Le da igual. No deja de mirarla, de observarla y escribirla de nuevo. En huecos pequeños, sobre las demás letras.
Hoy no habla con nadie, no saluda a la gente. Está tan abatido como algunos de los jóvenes que van a estudiar; los que parece que se quieren cortar las venas porque no dan abasto con todo el estudio.
Y eso que hoy es domingo y no tenía que abrir. Les está haciendo un favor.
Se está haciendo un favor.
No ha llamado ni a Rubén ni a Lucía.
Jaime le ha llevado un café antes. Ahora revolotea entre los estantes, buscando manuales de medicina. De vez en cuando le lanza miradas preocupadas.
"Soltanto parole, parole tra noi".
Suspira y deja caer el bolígrafo.
Joder, lo mal que le salió la noche.


-¿Sí?
-Roto, tío, tienes que venir.
-¿Qué dices, Jam? ¿Sabes la hora que es? Joder, si no es ni mediodía...
Jaime se muerde el labio, y le saca el dedo a un estudiante que le pide silencio. Se esconde tras la última estantería, esperando que Ciro no lo vea.
-Me da igual si tienes resaca. Ven cagando leches.
-¿Por qué? ¿Qué pasa?
-Que el idiota este no estaba enchochado. Está en la biblioteca.
-Pero si es domingo, Jam, no me jodas.
-Te digo que parece más enamorado que otra cosa.
Casi se imagina al rubio poniéndose en pie y maldiciendo en arameo.
-No dejes que Santi se entere. Tiene un don para meter el dedo en la llaga.
-¿Bromeas? Se supone que vendrá a recogerme antes de ir al bar, así que más vale que te des prisa.

'Los tres mosqueteros'. Se queda mirando el título del libro que acaban de devolver. Siempre ha sido su libro favorito. Desde pequeño, cuando il nonno se sentaba en el patio trasero de la casa, pelando naranjas de sangre, y se la leía. Le daba gajos de naranja, gajos rojos y dulces, y siempre hacía las voces de los personajes.
Él jugaba a ser D'Artagnan, así que il nonno era todos los demás.
-Merde. Ora sono Athos, nonno.
Athos. El triste enamorado desencantado. Ay, lo que le dolía cuando il nonno hacía su papel de Athos. Siempre daba tanta lástima... Y ahora, Athos es él.
Le da por mirar la hoja en la que escribía antes.
Sin darse cuenta, ha estado garabateando en ella. Milady, la femme fatale por excelencia. Una Milady que se parece a cierta camarera.
-Joder, sí que te ha dado fuerte.
-Cazzo... ¿Qué hacés aquí, Arturo?
-¿Por qué no dejas a Jaime aquí hasta que pueda venir Lucía y tú y yo damos una vuelta? Y cambia esa cara larga.
Le mira con desgana.
-No, grazie.
Pero Arturo le ignora.
-Además, tienes que llamar a Gabi. Se quedó un poco descolocada cuando Santi demostró ser el rey de la noche, y tú no eras mas que un pasmarote con los ojos abiertos.
-Que no.
Jaime asoma la cabeza, con mueca preocupada. Arturo le hace un gesto de "el idiota se está resistiendo, pero por mis narices que le puedo".
-Y necesitas hablar de lo de Raquel y el rubio.
-No. Vai via, Arturo.
El rubio se agacha frente a él, con una mueca bastante seria.
-Mira, Ciro. Si no sales ahora mismo de aquí con buena cara, te corro a hostias. Tú mismo.

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