6 jul 2014

19- Idiota

Roald se frota contra sus tobillos.
-Ma cosa fai?
Lo coge en brazos, dispuesto a abrazarlo, a hacerle rabiar. Pero Roald maúlla. Y maúlla y vuelve a maullar hasta que lo deja ir. Arturo suspira.
-Anda que ya te vale.
-Olvídame.
Jaime y Santi se miran, ponen una mueca. No se están enterando de nada. Sólo saben lo que Arturo les dijo por teléfono; que habían tenido una bronca, y que estaban en casa de Gabi. Pero ni siquiera en el coche les explicaron el por qué de nada. Y ahora, en casa de Ciro, están todos en una nube de silencio incómodo.
Jaime se apoya ne le respaldo del sofá.
-¿Pero qué ha pasado exactamente?
Santi tiene menos problemas para hablar. Se deja caer entre Ciro y el rubio, con el cigarro colgando en los labios y buscando un mechero por los bolsillos del pantalón.
-Sois unos mierdas.
-¿Qué?
Se lo quedan mirando mientras enciende el cigarro y coge el cenicero. Jaime le da una colleja.
-Qué dices, tú.
-Va, no me miréis así. Lo sois. ¿Por qué os habéis pegado, a ver? Porque os ha dado la gana.
-A él le ha dado.
-Eh, tu has ayudado, joder.
-¿Jam, tú con quién vas?
-Te parecerá raro, pero creo que esta vez voy con él.
Señala a Santi. Arturo pone los ojos en blanco, y Ciro se levanta.
-Vabbè, tranquilità... Relamente no ha sido tan grave, ¿vale, chicos? Estamos bien y esas cosas. Podéis iros si queréis.
Se mueve por la casa, nervioso, sin saber exactamente qué hacer o qué no. Nadie más se mueve. De hecho, Santi se ríe a carcajadas.
-Ya, claro. Y mi madre es la Reina de Inglaterra, no te jode... Sois unos mierdas. Os peleáis sin motivo, os dan la del pulpo, os refugiáis en casa de una chiquilla a la que casi no conocéis y ahora no confiáis en vuestros amigos. Pues estamos apañados.
Ciro se lo queda mirando, asombrado. De Jaime se esperaría ese discurso, de Jaime sí. Es el único que piensa antes de hacer las cosas. Es el que tiene cabeza. ¿Pero Santi? Si es el que no tiene ni la ESO, el que se metió a trabajar en el almacén del super porque fue donde primero le contrataron. El cabeza loca que no piensa en responsabilidades de ningún tipo.
-Y lo que no me trago es que estéis media tarde en casa de Gabi y con sus compañeras y no hayáis largado ni media palabra. No me lo creo. Así que estáis tardando en explicar el asunto, porque vamos, podemos tener la bronca aquí también.
Arturo mira a Ciro, callado. Se pasa la mano por la cabeza, echándose el pelo hacia atrás, y asiente en silencio. Ciro suspira, se vuelve a sentar y empieza a hablar.



-Eres tonto, macho.
-Lo so.
-Pero muy tonto.
Vuelve a suspirar. Los demás se miran, un tanto molestos por no haber visto antes lo muy pillado que está Ciro por la camarera. Jaime y Santi se ponen en pie, sincronizados.
-Bueno, ya no se puede hacer nada.
-Excepto esperar que el rubio no te vea por la calle.
-Llamará al chino para que traigan la cena.
-Que sea el kebab, mejor.
Ciro se los queda mirando, medio sonriendo. Anda que han tenido problema alguno en decirle lo muy idiota que ha sido. Sinceros, directos y aun así, completamente preocupados y decididos a alegrarle. Algo que en su casa no encontraba. Tiene los mejores amigos que podía esperarse.
-Grazie, raga.
Arturo le palmea el hombro, sonriendo a los otros dos.
-Calla, idiota. Después de cenar, nos odiarás, porque hay que ver qué vas a hacer a partir de ahora.
Santi asiente.
-Sí, no vale ir a la cafetería y decirle a la pelirroja "oye, que me gustas y me he pegado con uno por ti, dame mandanga".
Jaime se ríe mientras pide la cena por teléfono, y choca con él el puño.
Ciro sonríe también.
-Cazzo, che sono italiano! No seré tan idiota de comportarme como un adolescente, Santi.
-A buenas horas.
-Intentaré no serlo. Os lo prometo.
-Vete al cuerno y suelta la pasta, que el del kebab viene en veinte minutos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Abajo la mala ortografía!